Richard Avedon: el fotógrafo del siglo XX

Hoy dejamos a un lado el mundo de los iconos femeninos para hablar de una de las personalidades más imprescindibles en el mundo de la moda y la fotografía: Richard Avedon. Todo el mundo sabe que la historia de la moda no la han escrito solo mujeres. De hecho es considerable el número de diseñadores, retratistas y artistas masculinos que han ayudado a legitimar el creativo y célebre universo de este sector.

Richard Avedon

Avedon (1923-2004) nació en Nueva York y su infancia ya estuvo envuelta por el mundo de la confección: su padre tenía una tienda de ropa en la Quinta Avenida y su madre pertenecía a una familia propietaria de una empresa de manufactura textil. De joven fue a la Universidad de Columbia durante un tiempo pero la abandonó para enrolarse en la marina mercante estadounidense en 1942. Justo antes de emprender la aventura, su padre le regaló una cámara Rolleiflex, su primer instrumento para empezar su labor como retratista. Y a finales de los cuarenta la mismísima cabecera Harper’s Bazaar reclamaba sus servicios. Estuvo trabajando dos décadas para la revista americana hasta en el 1966 pasó a convertirse en el fotógrafo de Vogue USA.

Intentar definir el trabajo de Avedon es lo mismo que hablar de fotografía de moda actual. En principio la imagen era una forma de comunicar la moda, pero su forma de retratar fue tan reveladora que cambió el panorama y llegó a influir en la creación de nuevas colecciones. La “revolución Avendon” comenzó gracias a un viaje a París, ciudad que le conquistó e inspiró para elevar la moda de la urbe a un nuevo contexto con proyección internacional.

  

Poco a poco empezó a desarrollar un estilo novedoso, elegante y clásico pero con un aire diferente. La primera innovación fue fotografiar algo preparado y planeado pero en un escenario “emocional”: fusionar la fotografía de la calle con la fotografía de moda. Algo que ahora ya no nos sorprende, pero fue Avedon quien reivindicó una fotografía que transmitiera algo más allá de su valor puramente comercial.

Gracias a un atrezzo elegante pero excéntrico y vanguardista, acercó la moda al mundo del teatro y del arte y la desligó de la recta y aburrida fotografía de catálogo. Además, convirtió a las modelos en personajes protagonistas de esos escenarios. Les otorgó una personalidad que tenía que verse retratada en la imagen.

También se podría decir que ha sido uno de los padres del minimalismo. En su magnífica faceta como retratista apostó por una aparente sencillez que venía marcada por un novedoso fondo blanco. Sin embargo no eran simples retratos, Avedon se proponía un resultado fuertemente psicológico. Para ello organizaba largas sesiones con conversaciones de hasta cuatro horas hasta que los personajes dejaban a un lado la tensión y él podía capturar sus rasgos más inesperados. Por sus ojos pasaron personalidades como Truman Capote, Henry Miller, Humphrey Bogart o Marilyn Monroe.

  

El fotógrafo no solo se dedicó y revolucionó la moda. Sus retratos perseguían una línea humana: plasmar la sencillez y la transparencia, señales que indicaran las vivencias y la psicología interna de los personajes.

En 1979, en paralelo a su carrera en el mundo de las revistas, emprendió uno de sus trabajos más conocidos e importantes. El Museo Amon Carter de Texas le encargó un proyecto (In the american west) al que dedicó cinco años y para el que recorrió el oeste de los Estados Unidos. El objetivo era documentar a las personas que nunca escribirían la historia de su país: granjeros, mineros, vagabundos, amas de casa… todos ellos en fotografías de gran formato, con luz de día y al aire libre.

 

Richard Avedon ha pasado a la historia por ser uno de los fotógrafos más importantes del siglo XX. Alguien que cambió los esquemas y definió nuestra imagen de belleza, elegancia y cultura. Ha captado muchos de los rostros y momentos más relevantes del siglo y también ha dado voz y ha dejado constancia de aquellos que, sin fama ni nombre conocido, han protagonizado la historia: fotografías de los movimientos por los derechos civiles en el sur de Estados Unidos, de los manifestantes contra la guerra de Vietnam o las de la caída del muro de Berlín son una gran herencia para la sociedad.